Producción y productividad: punzones de hueso de la Edad del Bronce en Sureste peninsular
De entre todo el conjunto de artefactos óseos que forma parte del registro arqueológico argárico, los punzones constituyen, de largo, el tipo de instrumento más ampliamente representado. Este es un rasgo que los yacimientos argáricos comparten, en general, con los asentamientos excavados del llamado Bronce Valenciano y Bronce de La Mancha, sociedades contemporáneas ubicadas en los territorios aledaños del Este y Centro de la península Ibérica.
Implicados en el desarrollo de diversas actividades, los punzones de hueso debieron constituir un tipo de herramienta polifuncional, para cuya manufactura se emplearon partes diversas del esqueleto de vertebrados cuidadosamente seleccionados en búsqueda de una mayor afinidad morfológica con el útil deseado, y en relación con esto, de minimizar la inversión de trabajo necesaria para su transformación en producto.
La progresiva generalización del utillaje metálico iniciada a comienzos del III milenio BC en el sur y sureste de la península Ibérica conllevó, con el tiempo, consecuencias en el ámbito de la producción y consumo de este tipo de artefactos, haciendo desaparecer algunos tipos de punzones, habituales en el registro arqueológico de la zona desde el Neolítico. A partir de los inicios de la Edad del Bronce, la producción de punzones de hueso en los asentamientos se reorientó buscando prolongar al máximo la vida útil de los instrumentos, determinando cambios en la selección de las partes esqueléticas con las que elaborarlos y dando lugar a un sensible incremento de los procesos de reciclado, superiores a los que se observan en los conjuntos de instrumentos óseos del Calcolítico.