Fincas de recreo, jardines y palacios durante el emirato de Ibn Mardanîsh
La presente ponencia trata de una serie de propiedades agricolas situadas en la periferia de la ciudad de Murcia. Hay indicios suficientes que permiten identificar a gran parte de ellas como fincas estatales relacionadas con el emirato de de Ibn Mardanīš. Se trata, por otra parte, de realidades vinculadas a restos arqueológicos monumentales, por lo que han sido objeto de numerosos estudios.
El Castillejo de Monteagudo es la finca más conocida y de la que existe una información textual suficiente como para poder reconocerla como finca de recreo de Ibn Mardanīš. Las ruinas de su palacio fortificado se alzan sobre un cerro poco elevado, protegido por el castillo de Monteagudo. Actualmente se encuentra en medio de la huerta, aunque en el siglo XII, con toda probabilidad, se hallaba fuera del perímetro de tierras que irrigaban las acequias derivadas del río Segura. Formó parte de una amplia finca de recreo para cuyo riego se construyó un enorme embalse que se alimentaba de aportes irregulares, muy probablemente de una rambla colindante.
El llamado Castillo de Larache pertenece a otra finca situada a 800 m del Castillejo. La preside un palacio fortificado de planta cuadrada delimitado por dos recintos amurallados carentes de torres. Recientemente ha sido objeto de varias intervenciones arqueológicas de apoyo a la restauración que han proporcionado información relevante sobre su organización interior que confirma su carácter esencialmente residencial. En el entorno del castillo de Larache existe una antigua alberca cuadrangular de 60 m x 58 m que debió asegurar el riego de la finca durante los periodos más secos.
Las edificaciones de Cabezo de Torres pertenecieron a otra finca situada a sólo 1 km al oeste de Larache, en la actual población de Cabezo de Torres. Al igual que las anteriores está compuesta por una residencia fortificada en alto y un gran albercón (90 x 78 m) a sus pies, en el llano. La primera se encuentra en un cerrete que está densamente poblado en la actualidad, por lo que las estructuras medievales están en parte destruidas o reutilizadas por las viviendas recientes. Se trata de una construcción cuadrangular, de unos 40 m de lado, que presenta cuatro torreones inscritos en el interior de cada uno de los ángulos del recinto.
Los edificios del Portazgo se sitúan en las primeras estribaciones del Puerto de la Cadena, lugar que comunica la vega de Murcia con el Campo de Cartagena. Estas construcciones estaban muy próximas las unas de las otras, a unas decenas de metros por encima del nivel del cauce de la rambla del Puerto, junto a la antigua vía de comunicación Cartagena-Toledo, citada por los geógrafos árabes. La proximidad, el aparejo, la regularidad en el trazado y el hecho de que se abandonaran antes de ser terminadas, son prácticamente los únicos elementos que permiten relacionar estos dos edificios entre sí y con el castillo de la Asomada. De ninguno de ellos, por otra parte, se conserva mención alguna en las fuentes árabes o cristianas. En su día defendimos que los dos edificios del Portazgo son mardanisíes. El llamado recinto inferior es de planta rectangular y creemos que se trataba de un edificio palatino asociado a un espacio cultivado perteneciente a otra finca de recreo.
Las evidencias arquitectónicas del Alcázar Menor de Murcia, también denominado Dār as-Sugrà y Alcázar Ceguir, conservadas en el convento de Sta. Clara la Real, son conocidas de antiguo. Recientemente ha sido claramente identificado como un palacio perteneciente a una extensa finca real situada originalmente en el extremo nororiental del arrabal de la Arrixaca. Aunque su fundación es anterior a Ibn Mardanīš todo parece indicar que fue él quien ordeno su reconstrucción a mediados del siglo XII.