AUTORES:
Rafael Pérez Jiménez y Iván Martínez García
Arquitectos: Área de Arquitectura. Diputación de Alicante
Fernando Vilaplana Vilaplana
Arquitecto Técnico
Josep Torró Abad
Universidad de Valencia
Eduardo López Seguí
ALEBUS Patrimonio Histórico S.L.
La formación de la villa de Penàguila tiene su origen en la carta puebla otorgada a los pobladores cristianos del término por Pedro III en 1278. Prescribía la instalación de un centenar de colonos, que debían construir sus casas “cerca del castillo” (ḥiṣn) situado sobre una escarpada cima rocosa, al sudoeste de la actual población, a cuyos pies brota la Font Major.
Sin embargo, estos pobladores no establecieron sus residencias en ese lugar, sino que se instalaron en las alquerías de su término, “separados del castillo de Penàguila”. Los consejeros del monarca consideraban perjudicial este hecho, por lo que Alfonso III ordenó, en 1286, que se hiciera la población “cerca de dicho castillo”, en el emplazamiento concreto que determinasen Rodrigo Ximénez de Luna, procurador real en el reino de Valencia, y Pelegrín de Bolas, alcaide del castillo.
Un hecho traumático impulsó la edificación de la muralla de la villa de Penáguila. En septiembre de 1304 la compañía de jinetes magrebíes capitaneada por al-Abbas, procedente de Granada, llevó a cabo una correría por el sur del reino de Valencia, en el transcurso de la cual atacó Alcoi y entró en Cocentaina, quemando y destruyendo en parte esta villa. Penàguila también padeció el asalto musulmán. Por este motivo, “en consideración a los daños sufridos a causa de la incursión de los jinetes”, en el mes de noviembre, el rey Jaime II concedió a los habitantes del lugar exenciones fiscales con una duración de diez años “para favorecer la construcción de los muros y fosos”.
En 1311 las obras seguían su curso. La villa se consolidaba y adquiría cierto relieve al serle concedida, el 30 de diciembre de dicho año, la celebración de mercado semanal.
En 1325, los vecinos suplicaron al rey un nuevo quinquenio sin impuestos “en el transcurso del cual pudiesen construir o rematar el muro de dicha villa, ya empezado”. Jaime II accedió a la demanda, siempre bajo la condición de que terminasen la obra “del todo” y que trabajasen en ella “todos los años”. Estos datos permiten fechar el inicio de la construcción del recinto amurallado de Penàguila a partir de noviembre de 1304, y su finalización sobre 1330.
La muralla fue objeto de reformas y reparaciones en las décadas posteriores a su finalización. Cabe tener en cuenta que Penàguila se vio directamente afectada por vicisitudes tan serias como las guerras de la Unión (1347-49) y la de los Dos Pedros. Todavía en el año 1437, los representantes de la villa de Penàguila en las cortes del reino de Valencia podían presumir de que “tenía buen muro y estaba bien amurallada, y los vecinos de la misma y de su término, en tiempo de guerra, pueden recogerse en ella y tienen la capacidad de defenderla, custodiarla y guardarla”.
El recinto se conserva en su mayor parte, aunque embebido entre las edificaciones del casco urbano actual. En junio de 2001, el conjunto de los restos conservados de las murallas y elementos defensivos de la Penáguila medieval fueron declarados como Bien de Interés Cultural (BIC).
LA TORRE VERNET
Uno de los restos peor conservados de los cubos que jalonaban las imponentes murallas de Penáguila lo representa, sin duda, la Torre Vernet. Las fotografía antiguas que se conservan aún permiten distinguir cuando aún se alzaba íntegra, antes de que se abriera la calle que atraviesa su planta, eliminando más de la mitad del edificio, dejándolo en el lamentable y precario estado en que se encontraba al iniciar los trabajos de consolidación en el invierno de 2018.
La Torre era de planta rectangular, con un volumen prismático con ligeras deformaciones ataluzadas en la ejecución de los muros de tapial, que en la única fachada conservada pueden leerse 9 tapiadas, con unos 10 metros de altura total. En la sección alzada de las fábricas puede medirse el espesor de las tapias, que cuentan entre los 0,90 metros y 1,10 metros. Aunque no podemos precisar la altura total que tendría la torre, estimamos que resultaría de unos 14 metros. Que equivalen a 11 tapiadas (unos 12 metros) más el basamento. Se hallaba dividida en tres plantas o niveles interiores de uso (conserva apertura de vanos del tipo “aspillera” en tres alturas distintas).
Por lo que se refiere a su denominación, Vernet, debe corresponder al apellido de algún particular que la tomase en arrendamiento para sus propios usos (normalmente almacenaje), tal y como se hacía en otras villas del reino. Esta fórmula descargaba a la comunidad local, en buena medida, de los gastos de mantenimiento de estos edificios.
El proyecto y obras de restauración en la Torre Vernet
En el año 2016 fue suscrito el convenio de colaboración entre el ayuntamiento de Penáguila y la Diputación Provincial para la recuperación y puesta en valor de la “Torre Vernet”. El objetivo que fundamentaba la propuesta de actuación se puede resumir en el intento técnico de estabilizar los restos constructivos conservados recuperando parte de su configuración arquitectónica como elemento defensivo.
Habida cuenta del estado crítico en que se halla su estructura conservada y del atentado patrimonial que supuso su práctica demolición y ausencia de conservación, la intervención de restauración ha tenido que ser de gran alcance, planteando la realización de una rigurosa documentación histórica y arquitectónica del inmueble que permitiera una actuación enfocada hacia la recuperación del Bien Cultural en sí mismo, en su relación con el trazado del recinto amurallado de la villa medieval de Penáguila y su entorno.
Para garantizar la estabilización estructural de los restos conservados y profundizar en el conocimiento del objeto arquitectónico, la actuación ha comprendido una excavación con metodología arqueológica que ha puesto al descubierto los restos de los cimientos originales y, con ellos, la confirmación de la hipótesis vertida en fase de proyecto del trazado de la planta de la Torre Vernet y del lienzo de muralla que, arrrancando desde ella, cerraba la villa en la dirección norte sur.
Nuestra intención proyectada se basaba en devolver a la Torre, en la medida de las posibilidades documentales de que disponíamos, algunos aspectos de su carácter de pieza defensiva integrada en el amurallamiento al que perteneció. Para ello hemos reconstruido parcialmente el volumen de sus tapias norte y sur, procurando estabilización a los restos existentes de las mismas, y ayudando a reconfigurar parte del prisma original en tres de sus lados. El cuarto, el del muro de levante, con la documentación obtenida de la excavación, así como las partes no reconstruidas de la norte y sur, quedará manifestado en planta. Esta decisión tomada en fase de proyecto, vino condicionada por la necesidad de mantener el paso abierto, que atraviesa la planta que ocupaba la torre, que se convirtió hace unos años en el acceso a tres propiedades particulares. El entramado interior que tuvo la torre, que dividía su espacio en tres niveles de uso superpuestos, según la disposición más antigua que hemos podido registrar durante los trabajos, ha quedado señalizado acentuando las regatas horizontales en las que se empotraban y apoyaban las viguetas de rollizos de madera que soportaban los pisos. Los vanos abiertos en las fábricas también han sido intervenidos, reconfigurando sus aspilleras según su tipología original y cegando aquellos no originales.
Podemos definir básicamente la intervención de valorización realizada como de estabilización, consolidación y reconstrucción estructural parcial de la Torre Vernet, habilitándola como espacio que ayude también a la comprensión de lo que fue la muralla medieval de Penáguila.