El callejero de las ciudades hispanas entre los siglos II y VII d.C. a la luz del registro arqueológico
El paulatino desvanecimiento de la civitas clásica, con el consecuente nacimiento y consolidación de la ciudad tardoantigua, implicó un variado elenco de remodelaciones topográficas y urbanísticas. En relación con la red viaria urbana, lo más significativo fue la sustitución de un callejero ortogonal, con amplias y rectas calles dotadas frecuentemente de cloacas, por otro caracterizado por la existencia de vías más o menos estrechas, con pavimentos terrizos y donde el agua sucia solía discurrir directamente por las superficies de tránsito.
En el caso concreto de la península ibérica, el registro arqueológico ha puesto de relieve un proceso de desarticulación del callejero que presenta notables variaciones no solo de una ciudad a otra, sino incluso dentro de una misma calle. Dicha circunstancia obedece a numerosos motivos y a una gran casuística de escenarios urbanos inmersos en un contexto socioeconómico, geopolítico y orográfico que dista de ser homogéneo. A pesar de dicho obstáculo, que dificulta el establecimiento de un modelo único y universal, la documentación disponible parece atestiguar una serie de dinámicas comunes que incluyen: la ocupación parcial o total de determinadas calles; la creación de vías ex novo; el mantenimiento desigual de la red de alcantarillado (y su gradual colmatación); la sustitución progresiva de los pavimentos pétreos por otros de carácter terrizo, así como el recrecimiento paulatino de éstos, etc. Se trata de fenómenos que no solo arrancaron en fechas más precoces a las tradicionalmente defendidas, sino que en un creciente número de casos se observa una cierta regulación y control por parte de las autoridades, quienes no permanecieron impasibles a estos cambios.
El objetivo principal de la presente contribución es proporcionar una visión general del callejero hispanorromano entre los siglos II y VII d.C., empleando para ello no solo la documentación arqueológica de una amplia muestra de ciudades hispanas, sino también determinados testimonios arqueológicos, textuales y epigráficos, procedentes de otras regiones del Imperio. De este modo, esperamos proporcionar un marco que sirva de base al resto de trabajos, centrados en yacimientos específicos de la península ibérica, y que a la vez sirva como punto de partida de un debate que permita arrojar algo de luz sobre los distintos interrogantes que persisten sobre la evolución del callejero en época tardoantigua.