Reuniones Científicas en el MARQ

La Torre de Almudaina y su rehabilitación

Torre de La Almudaina

La Torre de Almudaina y su rehabilitación

AUTORES: Rafael Pérez Jiménez, Elia Ortuño Terres (Área de Arquitectura. Diputación de Alicante), Josep Torró Abad (Historiador) y Pasqual Costa Cholbi (Arqueólogo)

Almudaina se encuentra en el interior de la provincia de Alicante, en la montañosa comarca del Comtat, a 587 metros sobre el nivel del mar. El visitante que se acerque a esta tranquila y amable localidad podrá descubrir su singular torre, señal de identidad de la población, cuadrada y ruda, como la describe Gabriel Miró en su novela Las cerezas del cementerio en el año 1910. Se halla situada en el casco urbano de Almudaina, en la zona nor-noroeste, partida “La Mezquita”, en las proximidades de la Iglesia Parroquial y junto a la Casa Abadía.

La torre

La planta es cuadrangular, de unos 6,30m de lado (unos 14 codos), con una orientación que responde sensiblemente a una disposición cardinal de sus dos diagonales. Sus alzados son ligerísimamente ataluzados, y sospechamos que acabarían almenados. Su altura conservada es de 13,50m, aunque alcanzaría probablemente los 15,30m (unos 34 codos). La esbeltez debió estar en la relación 5:2, proporción muy usada en arquitecturas defensivas en la antigüedad.

Construida en época islámica medieval, la torre se erigió como exponente defensivo del reducto fortificado (cortig) de una pequeña alquería existente, conocida entonces como al-mudayna (la ciudadela), que acabaría dando el nombre a la actual Almudaina. Su datación se halla en el primer tercio del siglo XIII, durante el período almohade. Aparece constatada en la documentación cristiana en un documento del año 1272, en el último testamento que otorga Jaime I, quien lega el lugar a su hijo Jaime de Jérica. Se trata de una de las muchas torres de alquería erigidas en la región oriental de al-Andalus en vísperas de la conquista cristiana. Su función principal fue defensiva, estrechamente asociada a la presencia del núcleo de población, que existía antes de que la torre se edificase. Fue utilizada también como granero de la baronía de Planes. Diversos documentos de 1572 y 1587 reflejan las cuentas de la baronía en las que aparece “graner de Almudayna”, “graner de la casa de Almudayna”, “torre dita de Almudayna, en la qual se hacostumen de recondir los graners de la señoria de Planes”.

La propiedad pública de la Torre de Almudaina es reciente. Fue adquirida por la Diputación Provincial de Alicante en diciembre de 1999. Se encontraba en un estado de conservación precario en aquel momento, con amenaza de ruina inminente de sus entramados interiores. La Dirección General de Patrimonio Artístico había requerido en diversas ocasiones al anterior propietario para que afrontara trabajos de reparación, sin éxito positivo.

El proyecto de intervención

El objetivo de la intervención llevada a cabo en la torre y su entorno ha sido el de una rehabilitación orientada a permitir la observación de su sencilla, y a la vez compleja, arquitectura; a facilitar la comprensión, a través de las huellas halladas en sus muros, no solo de la interesante técnica empleada en su construcción, sino también de las secuelas de los numerosos sucesos y cambios sufridos en sus ochocientos años de historia. Desde su privilegiada ubicación disfruta de unas amplias y sorprendentes vistas del corredor formado entre la sierra del Benicadell y la sierra de Almudaina. La adquisición de una propiedad colindante, recayente a la calle Abadía, ha permitido generar un nuevo espacio urbano público entorno a la torre. Debido al ruinoso estado en que se hallaba su entramado estructural, la intervención ha sido de gran alcance, planteando la realización de una rigurosa documentación histórica y arquitectónica del inmueble que ha permitido una actuación enfocada hacia la recuperación y puesta en valor del Bien Cultural en sí mismo (acercándonos a su conocimiento), en su relación con su entorno inmediato y con el territorio en el que se halla.

El equipo de trabajo ha estado compuesto por la arquitecta Elia Ortuño, colaboradora en el proyecto y dirección de las obras, Josep Torró, quien se ha responsabilizado de la documentación histórica y arqueológica, José Papí, consultor de estructuras y director de ejecución, Fernando Vilaplana como documentalista de construcción y asistente en dirección, Josep Soliveres, que ha desarrollado la ingeniería de instalaciones, David Molina que ha colaborado en la dirección de ejecución y en la seguridad, Eugenio, Khalid, Mohamed, Filip y Hernán, quienes han participado activamente en la realización de las obras, y quien suscribe estas notas, que ha tenido la oportunidad de proyectar y dirigir la intervención y la suerte de contar con ese equipo.

Las obras se iniciaron en el verano de 2006 y concluyeron en el de 2009. El objetivo consistió por una parte en atender al deber de conservación que todo propietario tiene sobre sus inmuebles, que en el caso concreto de la Torre de Almudaina se convierte en el rescate de un bien monumental abandonado durante décadas y, por otra, valorizarlo como museo de sitio, realizando las obras y la instalación museística necesarias para convertirlo en un equipamiento público de carácter cultural, que albergara en su interior la información sobre su construcción, su historia, que también es la de Almudaina, su tipología arquitectónica y el sistema de observación y defensa.

Los trabajos han comprendido también una excavación arqueológica de unos 250 m2, tanto en el interior como en el entorno exterior de la Torre, los resultados han contribuido a conocer la cronología de la construcción de la torre y otros aspectos relacionados con los usos que ha tenido a lo largo de su historia. Se pudo documentar que la división interior vertical que presentaba la torre antes de la intervención no estaba en su posición original, como ya se sospechaba, así como el acceso que presentaba a nivel de calle no lo era tampoco. Precisamente parte del objetivo de las obras era llegar a conocer la estructura original y los cambios a que se le ha sometido en el tiempo. Tal como se nos presentaba en el momento de redactar el proyecto inicial, la Torre se hallaba dividida en cinco plantas o niveles de habitación (su último uso había sido el de vivienda) comunicados a través de una escalera de bóveda tabicada de ladrillo cerámico, de apretado desarrollo y de planta cuadrada de 2×2 metros de lado, con rellanos en los ángulos y ojo central, que se hallaba ubicada en el cuadrante del ángulo E de la Torre.

Los trabajos en la torre

El objeto de la intervención ha consistido en consolidar el edificio, restaurarlo y adecuarlo como espacio público para su conocimiento y uso.

Como primera medida, tras la compra del inmueble, se ordenó el apuntalamiento y apeo de cargas de las estructuras horizontales para evitar el colapso descontrolado de alguno de sus componentes. Lo que permitió la toma de datos para la redacción del proyecto con mejores condiciones de seguridad.  Autorizado el proyecto, concedida la licencia municipal y adjudicadas las obras, las operaciones comenzaron con el desmontaje de los elementos arruinados y de aquellos ajenos a la fábrica original. Durante todo ese proceso, se practicó un seguimiento técnico constante con objeto de confirmar o no las hipótesis del proyecto y continuar con la investigación de la construcción inicial y sus alteraciones posteriores. Simultáneamente se realizaron pruebas y ensayos de los materiales que serían utilizados en los trabajos de rehabilitación.

Los capítulos determinantes de la intervención han sido los siguientes:

Recalce y reconstrucción de cimientos.
Consolidación de las tapias (estructural y superficialmente).
Restitución de vanos originales de la torre (puerta, ventanas y aspilleras).
Reconstrucción de entramados horizontales dispuestos en sus niveles iniciales.
Formación de una cubierta plana, rematada con una chapa de cinc.
Construcción de una escalera interior y otra exterior.
Excavación arqueológica.
Urbanización del entorno.
Elaboración de contenidos y soportes museográficos.

Los materiales y medios auxiliares de puesta en obra para las reconstrucciones de las tapias fueron seleccionados para obtener unas características similares a los de la obra original, tanto en textura como en coloración. Obviamente, los áridos utilizados fueron las gravas obtenidas en el entorno de Almudaina, con la adición de dos tipos de arena. La proporción de la mezcla empleada fue 1:2,5:1,5 (cal y cemento blanco, grava, arena), que ofrecía una resistencia en torno a 33 Kp/cm2. Para hacer estructuralmente solventes las partes de tapia reconstruidas, y solidarias con las existentes se han usado armaduras reticulares formadas por barras de fibra de vidrio. Muchos de los mechinales u orificios generados al retirar las agujas del tapial han sido restaurados y cegados nuevamente.

La recuperación de los vanos originales abiertos en las tapias, ha sido posible gracias a la observación y análisis de cualquier indicio de restos de superficies inalteradas que ayudara a la definición de su posición, forma y dimensiones. La conservación de algunos dinteles carbonizados y las improntas dejadas por los desaparecidos, permitieron también la restitución de estos elementos estructurales, así como el conocimiento del tipo de maderas utilizado (olivo, sauce y olmo).

El acceso original al interior de la torre, situado a una altura de unos cuatro metros y que se encontraba parcialmente tabicado, ha sido recuperado como puerta principal, cerrando el que debió abrirse a nivel de la rasante exterior en el siglo XVI, cuando la torre se usaba como granero de la baronía de Planes, pero dejándolo practicable como acceso de servicio, con un tratamiento exterior de camuflaje imitando la tapia.

Los entramados horizontales han sido restituidos en la posición original documentada, quedando la torre distribuida verticalmente en cuatro plantas, en lugar de las cinco que tenía desde que se reformó en un momento indeterminado (posiblemente durante el siglo XIX). Para ello se han utilizado vigas de pino “mobila” procedentes de derribos, viguetas del mismo material apoyadas sobre estribos metálicos y doble tablero de pavimento, acabado en tarima de IPE.  La reconstrucción de la última tapiada conservada, a partir de los restos existentes, ha permitido realizar la cubierta a la misma altura que tuvo, devolviéndole su forma plana. Por encima quedaría el parapeto, hipotéticamente almenado, que coronaría la torre.

La escalera interior se dispone en el mismo lugar que la existente antes de la intervención. De planta cuadrada y cuatro tramos, está realizada con estructura metálica totalmente independiente de las tapias de la torre, cuyos soportes laterales formados por chapas en “u” y los cierres de vidrio son utilizados como soporte general de los contenidos museográficos. La exterior, de dos tramos, que comunica el nivel de la calle con el del acceso original, rehabilitado en la intervención, está materializada con cajones-peldaño de acero COR-TEN.

Trabajos en el entorno de la Torre

Se excavó con metodología arqueológica la superficie del terreno circundante. El tratamiento dado al nuevo espacio público ha dejado las huellas visibles de estructuras y construcciones preexistentes, tanto en el pavimento (trazado de muros e improntas de silos) como en los revestimientos de los lienzos murarios que lo configuran (puertas o ventanas cegadas y construcciones seccionadas). También se ha intervenido en el espacio del patio de la casa Abadía, ahora abierto, y en el talud abancalado al pie de la torre.

La puesta en valor de la Torre

Tras la intervención, el edificio ha quedado dividido horizontalmente en cuatro plantas o niveles de uso, ya que se ha recuperado la posición original de los entramados, y el acceso se plantea por el vano original, situado en el primer piso, que se alcanza por medio de una escalera exterior. La comunicación vertical interior se realiza a través de una escalera de nueva construcción, estructuralmente independiente de los muros de la torre, de planta cuadrada, de las mismas dimensiones que la que existía antes de las obras y en la misma situación de aquella, en el ángulo Este del edificio. Esta nueva escalera también constituye el soporte fundamental de los contenidos museográficos.

Traspasado el umbral de su pequeña puerta, alojado entre sus muros, el habitante ocasional de hoy descubre los espacios interiores en los que se desarrolla el discurso museográfico donde sumergirse por un momento en la historia de la torre y de Almudaina, conocer sus orígenes y evolución, los usos por los que ha pasado en el tiempo y los sistemas de defensa empleados por sus ocupantes, incluso le será posible mantener entre sus manos una réplica de una ballesta sarracena, arma característica de los convulsos tiempos en que se construyó la torre.

El contenido museográfico se distribuye en los cuatro niveles interiores de la torre atendiendo a otros tantos capítulos: Almudaina (Historia y población); La construcción de la torre (arquitectura, técnica y sistema constructivo y trabajos de recuperación), donde se exhibe una maqueta; Los usos de la torre en el tiempo (defensivo, almacén, vivienda y museo de sitio), que se distribuyen entre el nivel inferior y la última planta, donde se muestra la réplica de la ballesta; y el territorio, que se explica en el nivel superior, donde con la ayuda de fotografías del paisaje instaladas en cada uno de las cuatro ventanas se localizan lugares y construcciones de interés.