Evolución del viario de Lucentum (Alicante)
El Tossal de Manises, solar de la Lucentum de Plinio, fue un municipio de derecho latino altoimperial del conventus iuridicus Carthaginensis, perteneciente a la Provincia Hispania Citerior Tarraconensis, desarrollado entre el gobierno de Augusto y el siglo III d.e.
La formalización de su expediente municipal, coincidiendo con la segunda estancia del Princeps en Hispania, ca. 26 a.e., se ha mostrado coincidente con el arranque de las secuencias estratigráficas urbanas, detectándose entonces la construcción de su primer complejo forense. Su ubicación y orientación determinó el trazado de los dos ejes viarios principales del municipio, formalizando desde el primer momento la forma urbis y las conexiones de la ciudad con su entorno inmediato mediante la apertura de, al menos, una de las dos puertas que, junto con la Puerta Oriental, vincularán a la ciudad con sus suburbia. Tras este episodio, en un momento inmediatamente posterior, asistimos a la urbanización completa de su pomerium, en la que la posición y disposición del foro y de las murallas preexistentes jugaron un papel determinante en el trazado del viario.
Entre finales del gobierno de Augusto y el de Tiberio se produjo la monumentalización del centro urbano y de dos de los accesos a la ciudad, detectándose entonces una serie de pequeñas correcciones del trazado prístino, pasando en estos momentos la orientación del complejo forense a determinar una serie de leves modificaciones en el viario adyacente, que también se dotará del principal sistema de cloacas detectado hasta ahora en el yacimiento.
El floruit vivido por Lucentum, coincidiendo con los gobiernos julio-claudios, sufrió un traspiés en época flavia, detectándose entonces una ralentización del urbanismo traducida en el abandono parcial del principal sistema de drenajes del enclave. Recuperada parcialmente de esta coyuntura desfavorable, que dejó su huella en las calles del municipium, la ciudad vivirá una relativa recuperación hasta mediados de la segunda centuria, cuando las estratigrafías ponen de relieve el inicio de un proceso irreversible de decadencia que en sólo medio siglo precipitará a la ciudad hacia su colapso. Este, visible en las arquitectura pública y la privada, tuvo su fiel reflejo en la evolución de su callejero, que hacia el 200 d.e. verá diluir su forma urbana. Desde entonces, y hasta el siglo V d.e., asistimos a la paulatina amortización de las otrora vías urbanas y a su substitución, en casos puntuales, por caminos terreros por los que se llevará a cabo el desmantelamiento de la ciudad.